No se trata de tener o no tener tiempo, sino de conocerlo

Celebrar la lectura, el libro, la palabra en estos días puede significar una extravagancia. En el mejor de los casos parece un lujo. Aunque no estoy de acuerdo con esa opinión puedo entender que para el acto de leer uno necesita algunas condiciones: el tiempo, el espacio y el silencio, de los cuales se dice que no abundan.  
Sin embargo, por encima del sentido común, hay muchos sentidos puros. Si vamos a lo profundo, no necesitamos tiempo, porque somos tiempo. Es lo mismo que ocurre con el cuerpo, no tenemos cuerpo, somos cuerpo. Por eso yo digo que no se trata de tener o no tener tiempo, sino de conocerlo. Lo mismo puede decirse del silencio, que es una palabra tan ancha como para reducirla a la ausencia de sonido. Por lo demás, para asuntos del espíritu el silencio se percibe con el tacto, no con el oído. Por esa razón, estoy seguro que todos nosotros --en alguna de las múltiples fases o caras de nuestros tiempos y silencios-- podemos situar el hábito de la lectura.

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